sábado, enero 06, 2007

Zhōnghuá Rénmín Gònghéguó. Son 1 300 millones poblando este santo planeta ¡1 300 millones de chinos! Ya sé que se nota que estoy de los chinos hasta el moño, pero hay por ahí en mi Blog un par de comentarios de dos "nativos" que se ha indignado con lo que dije de ellos cuando vine de Paris, y eso que fue simplemente que París está llenita de chinos. Así que si no querían caldo, tres tazas con palitos chinos. Por cierto, los comentarios son muy divertidos y muy bien escritos... pero si aparece otra grosería más como el par de nombrecitos con que firman, simplemente les corto el agua y la luz y en mi Blog no escriben más ¿está clarito, tú? Lo digo por si acaso. Ahora explico mi problema con los chinos. Antes, mucho antes, estaban en mi mente como unos viejitos simpáticos sentaditos en las aceras de la calle Zanja. Tenían sus farmacias, donde perseguíamos la diminutas laticas de pomadita china, sus casas de comida, sus tintorerías (tren de lavado se les decía entonces) y así. Que en una ciudad como La Habana existiera un barrio chino no es ninguna novedad, en muchas los hay y además dinámicas, integradas y enormes, pero el Barrio Chino de entonces era simpático y tranquilo. (Ahora está falsamente tuneado para el turismo, y hay unas mulatas despampanantes, que se pintan rayitas en los ojos para embarajar esas caderas que revientan los kimonos colorados con raja hasta el liguero). No soy especialmente dada a la comida china pero sí, es rica y sobre todo muy socorrida. Por ejemplo, hoy mi hermanita comió comida china que se llevaron a casa, se salvó del cocineteo y la fregadera y pudo descansar. Antes, mucho antes, nos hacían gracia los juguetes made-in-china, los zapatos made-in-china y las cositas made-in-china. Eran malos pero diferentes a los made-in-rusia. Al venir aquí, qué graciosas esas chinas de Madrid que te llegaban con una rosa, y qué lindo que mi marido me comprara una en la cervecería "El Aguila" y me la regalara románticamente mientras se ponía ciego de comer mariscos. Pero de pronto la china que vendía rosas estaba en todas partes. Nunca entendí su don de ubicuidad. Por aquí, el que vende las rosas es un chinito simpático que se hace el que no se entera, y te vende unas rosas mustias y pintarrajeadas de azul a 1 € el dichoso ejemplar: si les quitas el plastiquito, se desmoronan; si se lo dejas, duran días como por arte de magia... china. Ahh! Y estaba el Circo chino, y la Ópera de Pekín (un coñazo, pero geniales) Pero de un tiempo a esta parte, no se ven viejecitos chinos con largas barbas por ninguna parte; ya no hay los de "café tli cen" y "alós con palitos" ...Nooooo, ahora son unas chinas occidentalizadas y horteras, que hablan chino entre sí y se empujan sus lacias melenas hacia atrás como si le hubieran copiado el gesto a Carmina la divina. Los restaurantes chinos que había -el más cerca de casa, concretamente- es ahora una de esas tiendas de todo a cien, (¡uy qué antigua... casi todo a un euro!) pero a lo bestia: hay desde sombrillas hasta pañales, desde falsos bolsos de Gucci hasta una ropa interior que se le van los hilos a la primera lavada. Ahora ya hay vuelos directos a Pekín de Air Europa, por ejemplo y fui en uno en que las azafatas eran chinas y groseras. España es el primer socio comercial de ese país enorme que no se cansa de reproducir chinos como conejos.... pero si son niñas, no: las meten en horfanatos horrendos. La cosa es que para Europa esto es un boomerang: quieren invertir allí porque es un mercado enorme, pero las falsificaciones chinas son tan buenas como los originales, sobre todo en materia de electrónica. Ya son cientos de chinos detenidos por importar estas falsificaciones, que van desde artículos deportivos hasta ordenadores y sus naves de almacenes son enormes. Hay que verlas. Todo falso. Todo made-in-china, aunque ni se cortan un pelo por meter 100 chinos cosiendo en un cuartucho, porque a decir verdad, les sale más barato hacerlo aquí (o en París o en Berlín) y se ahorran la importación. La legislatura de la Comunidad Europea todavía tiene un vacío legal. Cuidadito con los chinos... ¡Sí son feos y bien! Y ya, que hoy es vísperas del Día de Reyes. Ojalá cuando se levanten Melchor, Gaspar o Baltasar les hayan dejado algo. A mí, por ahora un amigo nuevo, Víctor Fornié que está en Las Palmas y que hoy se estrena leyendo esta burundanga china. Y quiero felicitar a mi amigo Rafa que cumple... unos cuantos años chinos: calendario lunar. Ojo con los comentarios ¿vale? ¡Gracias!

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