miércoles, diciembre 13, 2006
La República Federal do Brasil, democrática y multipartidista, tiene, sin embargo, dos Reyes. Sí, señor: uno es Pelé, Rei dos reies del fútbol mundial y ese título no se lo quita nadie, y O Rei de la canción melódica de todos los tiempos: Roberto Carlos. A mucha gente le choca cuando se lo digo, pero es que es así. En Brasil hay verdadera devoción por este hombre que ya tiene 65 años y que es una especie de institución en el país: él es el encargado, desde hace 16 años de dar el gran Concierto de Navidad, aunque el resto del año no se prodiga demasiado en los escenarios. El pasado sábado se presentó el libro de la editorial Planeta en Brasil " Roberto Carlos en detalhes" , escrito por el investigador y periodista Paulo César de Araújo, resultado de 15 años de trabajo de rastreo serio y detallado. En sus 504 páginas y más de 180 entrevistas a amigos y colaboradores, Araújo reúne anécdotas de la grabación de sus discos, sus inicios en una emisora radial de Cachoeiro, su pueblo, la primera vez que le escuchó Joao Gilberto y notó que le imitaba, la pelea que lo separó de Erasmo Carlos, compositor de casi todos sus temas, el accidente en que perdió una pierna o sus relaciones sentimentales con Sonia Braga y Wanderléia. Sin embargo, en esos 15 años Roberto Carlos jamás accedió a darle una mínima entrevista. Así de malcriado y pedante es O Rei. Pero la cosa ha llegado a más: esta mañana Roberto Carlos ha puesto una demanda judicial al periodista por intromisión en su privacidad.
Paulo César Araújo no sale de su asombro. Su trabajo de investigación en emisoras radiales y archivos de televisión, sus esfuerzos por reunir todo el material posible desde el debut en 1958 hasta hoy, puede que le lleven a la cárcel. No sé en qué va a parar la historia, pero la editorial Planeta también tendrá que responder ante la justicia por la publicación de una "biografía no autorizada". Ya sé que no soy quién para juzgar, pero yo le daría un buen sopapo al rey y lo pondría a bailar el "Jesucristo" con la pierna que le queda y en tiempo de rock. ¡Ay, el Rey divo!
¡Pesao!
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