miércoles, diciembre 06, 2006

Así las habría imaginado Picasso: Ángela Idoate y Sabrina Rivera se han casado el sábado en el Ayuntamiento de Girona. Joan Olóiz, alcalde y concejal de Servicios Sociales, ofició el acto en que se dieron el sí, quiero. Esto habría sido una boda más de entre las tantas bodas homosexuales que ya se celebran libre y legalmente en España. Sólo que esta unión tiene una peculiaridad, aparte de llevarse 20 años de diferencia: Ángela y Sabrina nacieron varones. Por primera vez se han casado dos transexuales que a su vez son lesbianas. Se conocieron por Internet y se amaron en la distancia geográfica más de un año: una periodista, la otra arquitecto, decidieron dar el paso, conscientes de que la ceremonia y su publicidad acabaría sentando un precedente; y con la (no tan) secreta intención de que los obispos y la derecha española del Partido Popular acaben de comprender y admitir que hay diferentes formas de familia y que esta es una más, tan lícita y respetable como cualquier otra. Dos seres humanos que se aman y ya está. Llegar hasta donde han llegado no ha sido fácil: las familias se resisten a comprender una segunda opción, después que habían admitido, con mucho esfuerzo, que sus niños se operaran y pasaran el doloroso proceso de cambio de sexo. Y ya tú ves: ahora están felices y confían en que la futura Ley de Identidad de Género le abra camino a muchísima gente. Son valientes estas dos. Ellas insisten en que una cosa es la identidad sexual y otra la inclinación sexual. Identidad: naces varón o mujer en un cuerpo equivocado; inclinación: te gustan entonces de tu propio sexo o del contrario. Después que consigues ser mujer u hombre, optas por lo que quieras. Ángela y Sabrina luchan para que esto se reconozca y comprenda socialmente. Es difícil en una sociedad latina y conservadora como la española, pero el primer paso ya está dado. Ángela, Sabrina... desde la comprensión y el deseo de que sean felices, Ole sus cojones y sus ovarios deseados, o lo que sea. De frente y luchando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi querida Pu,
una vez más comprobamos que, al final de la historia, uno se enamora de la otra persona, completa, sin importar casi nada: eso es amor. Muchos brincamos de relación en relación, dañándonos y reparándonos el alma; modificándola hasta niveles insospechados, pero ¿quién ve el alma hoy día? Ellos modificaron sus cuerpos para ser coherentes con su alma y después ellas encontraron a la pareja de su vida.
Ojalá nos sorprendieran más los cambios en el alma, especialmente los que tienden a la incoherencia, que los cambios en lo físico.
Te quiero más allá de la mesura,
Margara.