lunes, noviembre 06, 2006

Libélula grita sus boleros y su extraña relación con el horizonte. Libélula está loca de amor, de borrachera, de frustraciones... Cabaretera reina en el no cabaret de la memoria, porque allí resuena aquella canción rusa como un martillo: Ojalá haya sol siempre.... Buksiekdá budiet soltsiet, buksiekdá budiet mama, buksiekdá budu ia... O algo así. Su harpía la descompensa, su familia se desbarata pero Libélula canta y se desnuda en un escenario lleno de basura y de tristeza, y sus boleros no convencen a nadie; ella escucha aplausos y los vive pero no, al final no, nada, nunca... al final y en el centro de su historia está el Horizonte, ese sitio donde se halla lo otro, lo desconocido y Libélula canta y sigue cantando boleros: Para quererte a tí hay que quererme mucho lalalaa. No me acuerdo de la letra. No me dio tiempo a anotarla en la oscuridad de la sala siempre acogedora del Teatro Victoria donde casi no llego a tiempo esta noche. Y Libélula convence. Libélula es María Magdalena González Atao, una mulata con más horas sobre los escenarios que yo sobre un teclado. Magdalena es nuestra Bolita de Coco que vive en Alemania y sabe hacer bien las cosas. A veces me deja pasmada con la expresividad de sus brazos y de su rostro. Ya saben, esta loca es capaz de todo: ha organizado hasta un Festival de Boleros allí donde nadie entiende eso de "pero no me dejes, nunca jamáaas". Felicidades Magdalena por el espectáculo. Felicidades Adriana (autora del texto y de todo lo demás, creo) porque al final de toda esta historia... acabamos comiendo en el único restaurante italiano abierto en esta noche muerma de domingo en Santa Cruz y como que no les hice una entrevista ni nada. Gracias, Magda, fue un lindo espectáculo. Y al restaurant, que nos soportó hasta el final. Ya inventaremos algo, que yo he venido... creativa.

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