jueves, septiembre 07, 2006

Yo creo que no hay mayor placer en este mundo (entre todos los placeres posibles) como abrazar y descojonarte de la risa con un amigo. Eso de que te digan "llego mañana" es como la bobería esta de Sexo en Nueva York que dice la Bradshow: te aletean mariposas en el estómago. ¡Me aletean mariposas en el estómago! Y que no llega y no llega hasta que al fin abrazo a mi flaco, a mi amor, a mi amigo, al hombre más bonito y divertido de la tierra. Es una relación compleja: para mí, Joel Angelino no tiene ni un solo defecto, no comete errores, no se equivoca; para Joel, es impensable que yo haga alguna de estas cosas. Nunca, para nada; y si las hago y cometo errores como todo el mundo, si me equivoco, si no me sé explicar...no importa, aquí está Joel para darme soluciones y hacerme reir. ¿A que es un lujo? Pues esta noche, a deshora ha llegado Joel a casa. La verdad es que con él tengo algún que otro problema: es enorme y cuando habla, manotea y me tira todo, lo mismo un altavoz del home cinema ése, que un cenicero o espanta al pobre gato. Además, come como una nigua. Pero está aquí, conmigo, hablando de sus proyectos, de sus niñas, de las formas posibles de hacer teatro en estas islas. Y no es fácil. Hace años, Joel fue un personaje "maldito" en Fresa y Chocolate: Germán, aquel pájaro escultor pelicolorao que hace la apuesta con Diego. Pero ha pasado el tiempo y ya da clases de actuación (de su taller ha salido más de una actriz televisiva) , ha hecho obras de éxito en Madrid y fuera de sus fronteras : una niña, una anciana, un travesti, un payaso, un catedrático, un titiritero y un machista son los personajes que interpretó en "El sexo sentido" y ha llevado el monólogo sobre Fresa y Chocolate (La Catedral del Helado) por medio mundo. Obsesión habanera, junto a Mirta Ibarra y Mamá yo no soy Lola Flores le celebran. Total, que parece que al final es la caja tonta quien te encumbra o te desbarranca: El Inquilino, la serie de Antena 3, lo llevó a la fama y aquí en Tenerife hay verdadero delirio por él. Los Carnavales de este año ya no fueron los mismos sin ese "sobrino de Celia Cruz". Al final, a mí todo esto de la fama me da igual. Joel acaba de llegar a casa como un ciclón, hemos abierto una botellita de vino blanco joven y nos descojonamos de la risa de absolutamente todo, aunque también hablamos un par de cosas en serio. ¡Ay Coño! ¡Si pudiera pasar por esto todos los días! Si no hubiera este calor y pudiera cambiar esa lloviznita de Paris! Que no se puede tener todo ¿no? No me quejo. Bueno: sí, me quejo... ¡un aguacero Papadiós, por tu madre!... Esta tarde lloré como una boba. No podía resistir el calor y mi hermana lo sabe. Pero Joel está en casa y como no me encuentra ningún defecto, supongo que le vaya bien con el ventilador. El aire acondicionado lo tengo yo. Es lógico ¿no?

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