martes, septiembre 05, 2006

Ya sé que llevo días y días en que no comento nada, no protesto por nada, no armo un buen escándalo. Es que el calor que hay aquí me agobia de tal manera, que no sé qué hacer: ando como mi mamá me trajo al mundo, echándome agua en la cara y en las tetas, para ver si soporto los 34 grados que hay en la sala (el super salón) de mi casa. A ver quién puede con esto. Mi pobre aire acondicionado no entiende nada, lo intenta y fracasa. Por eso vuelvo a mi cuarto a ver si por lo menos consigo dormir. A mí el calor no me ha importado nunca, porque en Cuba, cuando había mucho menos que esto, caía un aguacero impresionante y todos salíamos a la calle con Pably al frente, a bañarnos en el aguacero. Esa era la gracia de su tía. Aquí nada, no llueve: nunca ha llovido, pero parece que cuando Dios o quién sea se equivoca, hay unas riadas de tranca. Que es en serio y lo siento: en Canarias hace demasiado calor y no lo soporto. Allá los turistas: hete aquí mi parte frívola. La otra, la seria, es aquella noticia que le ha dado la vuelta al mundo: 1500 personas han llegado en balsas, pateras, cayucos o como se llamen a Canarias en menos de 72 horas. Y ya esto no aguanta más. No sé si es verdad, pero por lo que tengo sabido, cuesta enamorar, comer, soñar, escribirle a alguien en estas circunstancias. Por eso este blog me ha salido muy feo esta noche: me muero de calor... y no hay playa que me contente. Al final, esta gente que viene a "Europa" intenta buscar algo para recomponer sus vidas, como miles de otras gentes buscan "el sueño americano" desde las orillas de Cuba, otra lejanísima parte del mundo. Por eso me estoy muriendo de calor y me tengo que quedar así, tan asombrada, como los que llegaron en esa barcaza al puerto de Los Cristianos y había una fiesta a la Virgen del mar. Se asustaron los canarios y los africanos mucho más, porque nunca habían visto fuegos artificiales. Tengo calor y no sé cómo he llegado al final de esta patera.

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