sábado, septiembre 16, 2006

La vocación reivindicativa e inconformista del ser humano viene de lejos, supongo que desde que el mundo es mundo y unos trabajan y los otros mandan descarada y abusivamente. Incluso ya lo hacían en el Antiguo Egipto: los hombres se ponía en huelga: laboral primero, sindical más tarde, en huelgas de hambre, en huelgas de celo, rara y "divertida" porque se busca cumplir estrictamente todas los reglamentos, ordenanzas, disposiciones, horarios y nada acaba funcionando; huelgas de brazos caídos, huelgas generales, huelgas a la japonesa, aunque muchos no se pongan de acuerdo con lo que es: o trabajar tanto que se genere un exceso de producción que abarate los costes, o superproducir con elementos defectuosos para que caigan los precios. Cosas del siglo XXI. Lo que pasa es que, al menos yo, nunca había oído hablar de una huelga de piernas cruzadas. Pero existe, claro que existe. La noticia le ha dado la vuelta al mundo: las mujeres de la ciudad de Pereira, probablemente la más violenta de Colombia, no harán el amor con sus maridos pandilleros hasta que no dejen las armas. No sé si me ha quedado bien eso de "no harán el amor". Creo que diría mejor que no se revolcarán con sus maridos matones y adolescentes que las hacen parir un hijo tras otro desde los 14 años, hasta que dejen las armas. Hoy las vi: pobres niñas analfabetas y descalzas en barrios deprimidos y deprimentes, pobres muchachas desdentadas y maltratadas que están hartas: no quieren que sus hijos sean como sus padres. El Ayuntamiento de la ciudad publicó un informe en el que se decía que a los pandilleros lo que más les gustaba era el sexo y de ahí la reacción y el castigo de sus mujeres. Pues no lo harán. Reivindican el derecho a la paz de su podrida adolescencia, en una versión tercermundista y hermosa del Haz el amor y no la guerra de ese Mayo del 68, que seguramente ni han oído mencionar en la vida. Las muchachas de Pereira van a cerrar las piernas. No quieren ser viudas. Lo que me trae de cabeza es la reacción de sus maridos matones. Si en la España europea del XXI un marido furioso se salta la orden de alejamiento dictada por un juez y apuñala hasta 40 veces a su mujer que le ha pedido el divorcio, no me creo que estos muchachos pandilleros y bravucones se vayan a quedar quietos. Pero ellas lo han intentado. Como mejor pueden y como mejor saben. El gesto ya está hecho. Suerte, criaturas, para que los niños de hoy no sean los matones de mañana, y para que el café mejor del mundo no nos amargue los días.

No hay comentarios: