lunes, julio 24, 2006

El italiano más brasileño... descansa en paz Gianfrancesco Guarnieri. Me jode que se muera la gente. Pero muchísimo más cuando se muere un buen amigo, un maestro, un hombre simpatiquísimo. He leído que ya hoy han enterrado a Guarnieri, con 71 años y casi no me lo creo. Actor, dramaturgo, profesor, fue una de las personas más divertidas que conocí en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños. Después me fui a Brasil, con un paquetico en la mano a su nombre y quedamos al finalizar la función de Louco de amor, una obra de Sam Shepard, que protagonizaba Edson Celulari, el malandro de la Opera de Chico Buarque. Era el año 88 y yo no había cumplido 30 años. Ni viajado al capitalismo. Al terminar la función, nos invitó a Baiuca, en ese momento (y ahora) el restaurante más famoso y caro de Sao Paulo. Y como yo no sabía nada de nada, y estaba invitada por Guarnieri, pues pedí de todo. Recuerdo que si sacaba un cigarro de la caja, venían tres camareros a la vez y me daban fuego. Y Guarnieri se reía y se reía de mí porque tenía los ojos asombrados... Mis amigas, la Meiri, -que ya tampoco está- y María Aparecida Baccega, se mal tragaban una ensalada entre las dos. Hasta que tuve ganas de mear y las dos me compañaron al baño. El comentario fue: ¿con qué coño vamos a pagar esto? Y yo dije algo así como ¡y yo qué sé! Me dicen "es que Guarnieri no es rico y nos ha invitado a todos". Estaba su hijo Cacao, y le comento al regresar: ¿esto es muy caro, no? Y los dos, padre e hijo se reventaron de la risa... Nada, que en el programa de la obra teatral estaba la publicidad del restaurante. Estábamos invitados. Ya decía yo: el Guarnieri se pidió un Guolker de los de etiqueta negra. Salud en la muerte donde quiera que estés, maestro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un beso, Guarnieri!