jueves, marzo 29, 2007

No sé por qué se les llama "días de perros"a estas interminables jornadas del mal humor, cuando dicen que los perros son leales, te acompañan, son inteligentes. No soporto a los perros. Yo tengo un gato al que acabaré odiando si mi mala leche me sigue acompañando día tras día. Al final me da lo mismo que mis obsesiones filológicas no me hayan llevado a Medellín para ver al Gabo así, tan elegante y perdiendo el norte en su discurso cada dos por tres, o escuchando a Eduardo Mendoza con su teque político que a casi nadie importa. Por suerte aquí nadie me juzga (más les vale, que esto es una dictadura) y yo suelto mis lagartos y mis sierpes envenenadas porque sí. Hablando mal y rápido: estoy de un mal humor de tres pares de narices... consecutivas. No me siento bien de salud, no tengo un duro, estoy sola en una isla que no adoro precisamente, no sé cómo voy a salir de éstas y encima estoy encabronada ¡muy encabronada! ¿Qué es esto que la Universidad de Harvard cotiza en bolsa con sus acciones del Naxdac, el Ibex o yo qué sé? Tantos años en la pobrecita mía de La Habana sin tener una subida de sueldo. Supongo que lo más inteligente será irme a dormir ¿o no? Así, como Charlot, sólo que con mi gatico... ¡¡¡¡que tiene prohibido subirse a mi cama, cojones, porque me tiene harrrta de esa pegadera todo el día!!!! Jajaja, a los demás, amigos, intenten ser felices. Y después me lo cuentan. Ya sé que he abusado de los gerundios, pero "son las cosas que transcurren".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pu,
la mala leche o se pasa o se hace yogurt,jajaja. La intensidad tiene su precio, por eso las encabronadas que te das. Si Quevedo te hubiera conocido te lo habría dicho: "Amor: has amado tanto... No te mina el desencanto/ por lo que has sufrido ya, ni te importa si será mentira lo venidero: porque eres como el venero/ que existe por lo que da."
Te quiero a raudales y lo sabes, ojalá te sirva de algo saberte cobijada del otro lado del océano.