sábado, marzo 10, 2007

Hay días en que los muertos queridos se te aparecen más. Hoy ha sido uno de esos en que Pepe no me ha dejado ni a sol ni a sombra. Un día así como este de cualquier año antes del 2002, mi casa hubiera sido una fiesta desde el mediodía:entra y sale de gente, sube y baja de más, corta chorizos, chistorra, quesos de todos tipos, prepara un arroz con algo, descorcha vinos y aguanta las apuestas y discusiones de los amigos, porque es que cuando juegan Real Madrid y Barcelona, el día es sagrado. E inútil para todo lo demás. La "devoción" de mi Pepe por el Barça era tan grande, que su hermana y yo quisimos esparcir sus cenizas en el Camp Nou, pero no pudo ser. Es en serio. Pero cuando había un derby como el de esta noche, la fiesta estaba garantizada: Santos, su gran amigo y madridista empedernido le daba caña mientras el otro gritaba...¡si, mucho hablar, mucho hablar! Se hacían apuestas y yo, que ni me entero, me divertía como una mona. Pues ahora bajo con mis amigos al bar de enfrente a ver el segundo tiempo, que por demás, ya lo dije, ni sé ni me interesa. Pero tengo ese cachito de nostalgia pura y dura. Gritaré ¡Visca el Barça! y recordaré, que a estas alturas no hace demasiado daño. *Partido histórico: empataron Barça y Real Madid a tres goles.

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