jueves, febrero 15, 2007

Habemus Carnaval en Santa Cruz. Eso ya es sabido desde el lunes. Al fin se impuso el sentido común... en parte; porque había heridas abiertas antes de la prohibición del desmadre en las calles. No quiero ser tan tópica como casi todos los periódicos, pero el bailarín y coreógrafo Rafael Amargo, director de la gala de elección de la Reina, ha amargado el espectáculo. Tanto ha sido lo que se formó anoche, que el propio alcalde ha pedido disculpas entre los abucheos de la gente. Ni siquiera le dejaron terminar su discurso. ¡Que aquello fue una mierda y ya está! La gente de aquí no está dispuesta a que le manipulen su fiesta. Porque eso que hizo anoche el Amargo (bajar en una cruz que no fue tal a Belén Esteban cual Madonna-ya-quisiera-ella, traer a la madre del hijo ex-secreto de Alejandro Sanz para lucir modelito minifaldero, poner a cantar a Edith la maestra de Operación Triunfo, a Lucrecia la compatriota con pelos de colores o a Bibiana Fernández ) obviando a la gente que de verdad hace este carnaval es un insulto y ellos lo saben. Ahora el concejal de Fiestas del Ayuntamiento, señor Hilario Rodríguez dice que al Amargo no se le pagará el caché prometido y le pedirán daños y prejuicios. ¡Ayyy, la que se va a formar! Creo que en medio de toda esta farsa sólo hubo un gesto elegante sin precedentes en la historia: ya subidos al escenario "Los diablos Locos", ganadores del concurso de murgas se negaron a actuar "porque esto no tiene nada que ver con nosotros". Aquí estoy entre dos señores el año pasado. No tengo ni idea de quiénes son, pero puedo jurar que son los que hacen el carnaval de esta ciudad donde vivo. Ni los jueces, ni los políticos ni Rafael Amargo. Son ellos.

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