lunes, enero 01, 2007

Bueno, aquí estoy otra vez: a todos los amigos, a todos los amores, Feliz Año Nuevo. ¿Se han dado cuenta que estamos en el...007? ¿Con licencia para matar? Parece que ésta va siendo la tónica de este año que empieza: ahí queda el ahorcado Hussein; ahí están los dos pobres chicos ecuatorianos que no aparecen, tan aplastados están entre escombros y hierros retorcidos gracias a la brutalidad de estos etarras de mierda que casi revientan la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Todo esto lo supe en París...Paris, ¡oh, la lá! Yo tengo la teoría absurda de que si no cuento las cosas es como si no hubieran pasado, así que aquí va mi crónica: casi me cago de frío, de soledad y de miedo. ¡Qué Navidad! Mis dos primeros días en París fueron una reverenda mierda. Bueeeno: a veces te estafan y a veces las cosas salen mejor; para mí que eso es la vida ¿no? Resulta que llegué al “precioso hotel” que me ofertaron en Internet y... era un hotel de carretera sin cafetería, en plena bruma donde nada más se oía el ruido de las enormes rastras que pasaban una y otra vez. ¿Cena de Navidad? Nada de nada. Me tuve que comer los turrones que llevaba de regalo. Un desastre. Hasta que me vi en plena carretera gris, con 2 grados bajo cero y decidí largarme de allí. A la cadena de Hoteles Stars, especialmente al de París-Chilly Mazarin les voy a poner un “petite” denuncia por publicidad engañosa. Nunca me devolvieron el dinero, pero me di el gusto de salir corriendo de allí. Y entonces me fui a la civilización y vi el Paris con que soñaba, me reencontré con mi amigo Alfredo Balmaseda y nos reímos, hicimos frituritas de malanga y ajiaco y quimbombó pa’ la yuca seca. La verdad que no hay nada como recuperar a un buen amigo. Caminamos, vi el Sena, la Torre Eiffel y Notre Dâme. En París conocí a Rogelio, un personaje que ya adoro, a Liuba, la hermana de mi buen amigo Ramón Fernández Larrea, y más y más. Comiditas en el Café Sarah Berdnhartd, en Chez Constance (que francamente recomiendo) y manifestaciones de negros sin papeles. Es el Paris que vi y al que volveré sin frío. Ah! Y casi no hay franceses. Me sobran tantos chinos en París, la verdad. Lo que queda de todo esto es la experiencia de saberme globalizada, integrada en una Europa que se diferencia en los monumentos, pero no en los asuntos. Lo que queda es saber que mis amigos están ahí. Un último homenaje a mí misma: Le digo a la señora que viene a limpiar la habitación del hotel civilizado donde después estuve: "No, no, toute est "clean" y la mujer me mira alucinada. Y me dice: "Tout est prope?" Y yo: ¡"Oui, oui propre" (es limpio en francés) Ella me responde: "merci" y yo " Merci, pra vôcé".... ¡Es que cuando uno habla tantos idiomas..... jajajajaja Feliz Año otra vez. Tranquilidad y buenos propósitos. Salud, suerte y lo que sea sonará.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué tiene usted contra nosostros los chinos? Conquistaremos el mundo con nuestra belleza (la suprema de nuestros rostros). ¡Cuidese!

Xhi The Lahvi

Anónimo dijo...

Un compatriota me pidió que leyera lo que usted escribió acerca de que nosotros los chinos le sobrábamos en París. Como china que soy, y orgullosa de serlo, me siento insultada. Sepa que aquí estamos y aquí seguiremos hasta el ansiado día de la conquista universal. ¡Conquistaremos el mundo aunque a usted le sobremos! Estaremos, como amos, en todas partes y para siempre. Nos sobra a nosotros belleza, no sólo la de nuestros rostros sino también la de nuestros esbeltos cuerpos, la de nuestro grácil andar, la de nuestra delicadeza y mesura al expresarnos en nuestro musical y envidiado idioma. En fin, señora, somos lo que nadie ha sido ni podrá ser.

Xhin Phu Nems (que en español significa : el agridulce perfume de la flor de loto de mi raja horizontal)