DEL CHUCHE Y OTRAS CUESTIONES. Este que veis aquí, cual Quijote de los limones y las risas de entonces, el rey de Alamar sin trono, dueño de pollos suicidas y un madre señorial, se llama Omar Mederos. Lo de Juan Omar no me acaba de gustar. Pero bueno: él se pone el primer nombre, como si ejerciera de galán telenovélico y yo intento que ni se enteren de mi segundo porque nunca me he sentido cómoda con él... Ómar, con acento en la O, es el ser más dulce y especial que la vida me ha regalado como amigo. Amigo. Y se me llena la boca. Porque hemos estado en las verdes y en las verdes, en la salud y en la enfermedad, y lo seguiremos estando hasta que las carcajadas nos separen, en México como en Miami, en la riqueza y en la pobreza, en Tenerife como en la huída, en Cuba como en Cuba.... No tengo ni idea de cuándo conocí a Omar Mederos, pero sí la extraña sensación de que estuvo allí siempre conmigo, cuando yo, niña vanguardia, chillaba contra Nixon para que liberara a los once pescadores, el discurso famoso en que se me cayó un zapato porque me quedaba tres tallas grandes. Supongo que estuvo conmigo en la tribuna en agosto del 70 cuando Fidel dijo que los 10 millones no iban y nos echamos a llorar. Lo cierto es que que no lo veo conmigo en prácticas de tiro en el pre del MIINIT de Isla de Pinos: de eso tendríamos que hablar, porque para mí que éste jamás ha pegado un tiro: su arma es la palabra para el convencimiento, la tolerancia o la incomprensión admitida. La Asociación de Jóvenes Cradores Hermanos Saíz nos hizo, eso, hermanos: a Raúl Fidel Capote, que descansa en paz joven para siempre; a Eloísa apasionada, que esa sí tiene un par de ovarios, a Víctor Rodríguez, nuestro pianista jefe y al Bob Robayna, que nadie sabe dónde está. Sólo voy a recordar que, cuando en el Teatro Mella de La Habana,en un importante concierto personal,Polito Ibáñez cantó "Hoy he vuelto a rezar", Darsis, Manelic y yo le tirábamos de los pantalones para que se callara. Pero Polito no se calló: se arrodilló en el escenario por Omar y se hizo justicia pública. Ahora que lo pienso, no tenía por qué callarse: Juan Omar Mederos Pérez fue el que se encerró en el baño, el de los hombres, el de los grandes hombres, y salió de allí con la frente para nada marchita después de descargar su rabia. Hace unos días, a propósito de mi "artículo" aquí sobre mi apartamento 10, Omar me recordaba que acodados a esa ventana de la foto, se inventó el "Bar-Tolo" (A medianoche empieza la vida, a media noche empieza el amor...) una locura genial que funcionó durante meses. Yo sólo sé decir: algún día la historia pondrá las cosas en su sitio; algún día sabremos que mi flaco defendió lo que parecía indefendible y el cine, las artes plásticas, la literatura y la música de los 80-90 tendrán que hacerle un huequito en la historia. Y eso será tremendo chuche. No te queda nada, mi flaco.