Lisa Nowak es astronauta, 43 años, casada y con tres hijos; integró la misión del Discovery a la Estación Espacial Internacional el año pasado. Junto a ella, William Oefelein, piloto de la Marina estadounidense, soltero y con dos. Y como resulta que la ingravidez hace el cariño, los dos astronautas se embarcaron en una extraña cosa sentimentalmente flotante que, según palabras de Lisa, "era algo más que una relación de trabajo pero menos que una relación amorosa." Por muy raro que parezca, al final un ser humano es el mismo así en el Cielo como en la Tierra, y al conseguir poner los pies de manera totalmente vertical e ir a su centro de trabajo que se llama la NASA, se enteró que su ingrávido e ingrato amor tenía otra mujer. Como en una oficina cualquiera, vaya. Código uno-uno-dos: y a por ella. Sólo que la otra en discordia, Colleen Shipman es Ingeniero Aeronáutico y oficial del Ejército de los Estados Unidos, nada menos. Y de puta a puta, taconazo. Lisa viajó 1 500 kilómetros, desde Houston, que ha tenido un -otro- problema, hasta Orlando, la agarró de los pelos y la roció con spray de pimienta. Ya me estoy haciendo una escena visual en dibujos animados tipo Lara Croft, porque a la Nowak no le dio tiempo a usar esas cositas que llevaba en su coche: un cuchillo plegable, una pistola de aire comprimido, guantes de goma y así. ¡Que los celos son muy malos, coño! En un principio el juez le impuso una orden de alejamiento con GPS incluído y 15 500 dólares de fianza. Pero cuando iba a salir del centro penitenciario de La Florida... chan chan, aparece la policía con nuevas pruebas y ya no es secuestro, sino intento de asesinato. Ahora creo que se puede enfrentar a cadena perpetua y todo. ¡Qué difícil es bajar de las nubes! Yo sólo estoy pensando en cómo se tirarán de los pelos los guionistas de Hollywood que no se dieron cuenta que la Estación Espacial Internacional era un sitio perfecto para el amor, los celos, y la envidia. Total, qué importa: ya harán una de estas que diga: "basada en hechos reales".