viernes, septiembre 01, 2006

El Libro Guinness de los Récords ya no es lo que era. Para nada. Claro que se siguen manteniendo algunos tópicos: el hombre más gordo, el más alto, la mujer más tatuada, la más vieja, la dieta más rara (un señor que come no sé cuántos kilos diarios de metal y cristales) las uñas más largas, el cabello más largo (no digo pelo, porque hay un señor que está en el tal libro por tener lo pelos más largos en las orejas) o la pizza más grande, el gato más gordo, el viaje más largo, el mouse más pequeño... ¡qué va! A pesar de las restricciones legales que muchas de estas plus-marcas han sufrido por atentar directamente a la salud pública (como engullir perritos calientes a mayor velocidad o comer una mayor cantidad de huevos duros) se siguen batiendo récords, algunos absurdos, como toda la vida, y otros simplemente indignantes. Porque, por favor, que ya haya ingresado en el Catálogo Universal de Despropósitos una impresentable y estúpidamente rica heredera como Paris Hilton es una vergüenza, para los propios editores, digo yo, porque la niña ha entrado por ser "la famosa más sobrevalorada del mundo". No digo yo, si la proporción de neuronas por milímetro cuadrado de su cerebro sí que es de récord, y el otro, llamarse Paris y tener un novio que también se llame así. No es fácil!...¡Ay! si aquellos irlandeses que discutían allá por 1955 en un pub sobre la velocidad de las aves de caza saboreando su cervecita Guinness se enteraran de esto... Pero lo de la baby Hilton no es nada comparable con lo del pobre adolescente nepalí: el ser humano más pequeñito de la tierra. Khagendra Thape Magar (en la foto) tiene 14 años, mide 50 cms y pesa, 4,5 kilos... ¡ni 10 libras, por el amor de Dios! Su papacito Rup un día se dio cuenta que tenerlo escondido no servía de nada, que la gente se burlaba igual y se le ocurrió pedir dinerito para mostrarlo. ¡Y mira que es feo el pobrecito! 50 mil persona hicieron cola durante 48 horas para ver a la criatura que cabe en una bolsa. Y allí vinieron las lluvias, buenas para las cosechas y la voz de que Khagendra era la reencarnación del dios hindú Visuín, que se convirtió en enano para humillar al Rey. Hoy lo vi bailar encima de una mesa rodeado de una familia que le reía las gracias. Pobre muchachito minúsculo; pobre liliputiense en el país de las alturas, la tierra del Everest con sus 8 848 metros de altitud. ¿Qué será de tí, enano entre los enanos, si ya no hay más blanca nieve que la de esas montañas donde naciste del tamaño de un pollito? Esto también es la globalización. Y mientras tanto, el Guinness de los Récords sigue siendo el libro con copyright más vendido cada año en el Planeta. Eso es lo que importa: ya ellos tienen su modo de buscarse la vida, porque están en su propio libro. A ver qué coño va a ser de tí, Khagendra, chiquitico.

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