Mira tú por dónde. Sorpresas que te da la vida. Desde siempre había relacionado a los mormones con la palabra muermo, "persona o cosa tediosa, aburrida y soporífera". Es que aquí hay muchísimos, siempre de dos en dos, tan rubios, tan blanquitos, tan educados, con su camisita blanca de mangas cortas, la corbata y la invitable mochila negras. Apenas se relacionan con nadie, viven en pisos compartidos (presumo que higiénicos hasta la desesperación) y no les ves sino pateando todo el día, casa por casa, piso por piso y tocándote los ovarios y el timbre justo en ese momento después de almuerzo en que estás cogiendo el sueñecito rico de la siesta, para que con su mal español y biblia en mano, te den siete segundos para mandarlos al remismísimo carajo. Y no se inmutan, la verdad, aunque le pilles las narices con tu puerta. ¡Pillines! Ya sé que la Iglesia Fundamentalista de los Santos de los Últimos Días es una escisión mormona convertida en secta. Pero ¡y qué! que son mormones los muy salaos... así que polígamos ¿no? Ay, chiquitines, cabroncetes de la vida. Hay un mítico músico dominicano asentado hace años en Nueva York, Luis "El Terror" Dias que compuso en el 80 una canción que dice así: "Óyeme viejo Minié, guay dió/porai vienen lo mormone, oye!/con su camisita blanca, oye/ y su corbb atica negra, ay dió/Se quieren llevar tu congo, oye!/montado en su bicicleta, ay dió/Pero pa’qué quiere manilé/cuanto tú no tengas congo?pa’qué quiere manilé/si se lleván tus quijongos?/Por ahí andan los niños de dios/por ahí anda la iglesia ‘e la luz/por ahí mismo viene mister moon/por ahí andan lo aleluya/con su guitarra bullosa/y su toná de arrear vaca" Pues sí, señor: no sólo se quieren llevar "tu congo", porque el patrimonio únicamente de la Iglesia Fundamentalista, etc, etc, asciende a unos cien millones de dólares, sino que predican que para llegar al Paraíso, deben tener como mínimo tres esposas. ¡Que no hay que ser mormón pa' eso! Por lo menos en Cuba no son tan comemierdas de casarse y que los agarren: tienen tres y cuatro mujeres y ya está (véase el chofer del camión de "Guantanamera", por ejemplo) Ay, y ese pedazo de líder, gallo en su inmenso gallinero... el bueno de Warren Stedd Jeff, cosita linda... cuarenta esposas y más de sesenta hijos. (Me he acabo de inventar un "refrán": que el que tanto moja, no moja tanto ná). Pues te han agarrado, cabrón y ya ves: por una simple infracción de tráfico que cometiste con tu flamante todo-terreno Cadillac de color rojo. Uyyyyy! y tres pelucas, quince teléfonos móviles, varios ordenadores portátiles y la ganga de 50 mil dólares en metálico. No te queda nada, Señor de los Anillos matrimoniales, por hijo de puta, cómplice de innumerables violaciones a menores, profeta con protección divina, señor en tu feudo de Utah, dictador fundamentalista del mangoneo. Ya ves: el FBI no sólo se ha ahorrado seguir la investigación de búsqueda y captura de uno de los 10 delincuentes más buscados de los Estados Unidos, sino además, el precio de tu recompensa. Al Paraíso, no lo sé, pero en una celda de dos por dos se te va a caer el pelo. Y a ver cuántas esposas viene a traerte los cigarros y el cheesburguer, dear Jeff.











ortancia de llamarse Alfredo. Una de las cosas que llevo peor en esta vida es estar lejos de mis amigos (y de mi familia, claro). Pero es que los amigos también son parentesco sin sangre heredada, una familia que se elige a voluntad y que pasa la mayor parte del tiempo contigo, te regaña, te mima, te divierte. No sé quién dijo que "un amigo es uno que sabe todo de tí y a pesar de ello, te quiere". Pues eso. Hoy quería hablar de la niña JonBenet Ramsey, asesinada hace diez años y de su asesino al que han atrapado en Bangkok, el tal John Mark Karr, o de una noticia que me ha apenado mucho: la muerte (el suicidio, no nos dejemos engañar por ese absurdo pudor) del cantautor español Hilario Camacho, a sus 58 años en su casa de Madrid, pero me temo que llevo varios días en plan necrológico y hoy estoy feliz, es decir: no estoy pa' eso. Reencontrar a un amigo de prácticamente la mitad de mi vida es un regalo. Hacía mucho tiempo que no sabía de Alfredo. Durante años nos comunicamos por carta -las suyas cartas de colores que me llegaban a Pintor Ribera, 9- después por e-mails, hasta que la tecnología punta, esta vieja bruja que juega malas pasadas, me obligó a cambiar de dirección electrónica un par de veces. Y al fin hoy, por esas alegrías sabrosas que te da la vida de vez en cuando, tenía un mensaje suyo. Lo típico, encontró mi dirección en uno de estos colectivos que manda cualquier otro amigo. Alfredo Balmaseda sabe que lo quiero mucho. He sabido de su estancia de años primero en Poitiers y ahora en París, y de su trabajo como profesor en un par de universidades francesas... Me pidió mi teléfono y esta tarde hablamos mucho rato, como antes, como siempre, muertos de las carcajadas, los recuerdos, las noticias, los chismes, los planes. Me robo una frase de Stanley Kubrick y la adapto: del pasado que es historia, del futuro, que es misterio y del presente, un regalo. Alfredo y yo hemos pasado por todas, por las verdes y por las maduras, por el amor y la complicidad, por la poesía, por la música... por la vida. Gracias, negro por esa llamada de hoy. (Sé que si se lee esto y ve la foto, definitivamente me va a matar. Que se joda; aquí tenía la edad que yo tengo ahora) Con él, he vuelto a saber de gente entrañable: Maggie Mateo, uno de los seres más bellos y especiales que pueblan este planeta, de Mary Montes, de Max. Aquí están, son parte de esta familia que la puta y desgraciada diáspora nos obliga a no tener siempre a nuestro lado. Pero bueno, extrañar hace crecer los afectos. El tiempo dirá, y será un regalo. Como diría Jorge Guillén: Amigos. Nadie más. El resto es la selva.










